18 lecciones imperdibles sobre el debate que bate el chocolate
Y haciendo palmas y arriba y arriba y el coro que arranca y que dice que dice
Intentaré ser breve y, como los grandes medios de comunicación de nuestro maravilloso país, supliré la falta de contenido periodístico con memes.
En una campaña que parece que duró una década, los 5 días posteriores al 22 de octubre fueron todo ganancia para Sergio Massa. Pero Javier Milei pudo repuntar gracias al acuerdo con Macri, la escasez de naftas y una medicación mejor administrada. Las últimas dos semanas estuvieron dominadas por el libertario, lo cual se vio reflejado en las encuestas. Todas pasaron a dar un empate técnico con leve ventaja para La Libertad Avanza. Desde ya, las encuestas son como las morcillas, como oportunamente explicamos acá.
Unión por la Patria necesitaba encontrar un “piso” para empezar a crecer en los últimos días antes de las elecciones. Todo indica que ese piso se tocó el viernes pasado. El sábado se empezó a crecer con el tema en agenda de los clubes de fútbol contra las SAD, es decir, contra la propuesta de Milei, mientras llegaban las novedades de nuevos quiebres en la alianza con el PRO. Y el domingo se confirmó la tendencia con un debate en el que Massa parece haber quedado como ganador.
O sea, digamos, Milei pasó la última semana y pico encerrado en el Hotel Libertador, sin dar notas, estem, arrojando sillazos ante las malas noticias (como la fuga de legisladores que creía aliados), ¿me explico? Todo esto no está chequeado, a quién le importa, pero parece que el clima de paranoia en su búnker fue in crescendo en las últimas horas. Después de unos días de tensiones con Macri por la discusión del eventual equipo económico, Milei salió a ratificar la dolarización como para marcar la cancha y decir que ese tema lo maneja él. Pero después, supongamos, hubo promesas de fiscalización (y de fondos) que al parecer no se cumplieron, boletas que no se entregaron, reclamos de la Cámara Nacional Electoral en fin. Milei explotó a último momento del domingo, achicó todavía más su mesa chica y fue al debate sin los acompañantes del PRO que puso Macri.
El candidato de La Libertad Avanza llegó a la Facultad de Derecho bien maquillado (Lilia Lemoine, que le hacía el contouring de la papada, claramente es una infiltrada), bien medicado (dentro de lo posible) y preparado para debatir como si esto fuese Twitter (Chuider, diría Pagni). Si es cierto que Macri le donó amablemente el coach que tuvo Patricia Bullrich para los debates anteriores, bueno, se notó.
En cualquier otra elección, con cualquier otro candidato, Massa tal vez ni habría llegado al balotaje, pero sobre todo tendría que haber respondido preguntas. Su gestión como ministro de Economía, qué piensa hacer si llega a la presidencia, por qué no lo hace ahora, como para empezar. Ni hablar de la pobreza, de las decenas de denuncias de corrupción, válidas o no, en torno a distintos ámbitos del gobierno, y de las propias internas y contradicciones múltiples de la coalición oficialista. Cualquier rival se hubiese hecho una fiesta.
Pero Sergio Massa tenía enfrente al único candidato al que podía dominar en un debate 1 a 1, y se aprovechó de eso. Massa tiene, ya dijimos, una campaña muy profesional, se preparó como corresponde, y además quiere ser presidente más o menos desde que nació (a diferencia del propio Milei y de Macri, que se postularon para resolver un Edipo mal tramitado). Esa diferencia se notó de entrada: el ministro puso primera y arrinconó a su rival, justo en el bloque de Economía, que es el que Milei supuestamente domina y en el que Massa debería dar más explicaciones.
Massa le preguntaba por sí o por no y lo obligaba a responder. Milei decía que no iba a aceptar el formato de su planteo y acto seguido se enredaba y no podía salir. El ministro evitaba hablar de su gestión y mandaba todo el tiempo al público a Googlear las propuestas del libertario (lo cual se complementó con un buen targeting y pauta en Google). Milei sólo pudo colar el chiste de Pinocho y no mucho más.
En la parte de Política Interior fue donde más se noto que Milei está, digamos, unfit for office. Defendió a Thatcher, comparó el hundimiento del ARA General Belgrano con un gol de Mbappé, se dejó torear una vez más con lo del Papa, en fin. Pasaron a Salud y Educación, hubo más chicanas, y Massa pudo colar la piña del “psicotécnico” del Banco Central, un golpe, me explico, bajo pero efectivo. Terminó el primer bloque y se fueron a los vestuarios con el pedido mutuo de bajar un cambio.
El segundo bloque fue más apagado como show. Milei pudo mostrarse más normal y Massa dejó de buscar el knockout porque una cosa es dominar y otra cosa, más peligrosa de cara al domingo, es parecer cruel con los más necesitados. No obstante acá apareció la bilardeada de toser para desconcentrar al libertario, que evidentemente funcionó porque salió a llorar este lunes por ese tema en dos radios, después de tuitear a las 4.31 am y confesar que no durmió. O sea, digamos.
Después vino el tema Seguridad, en el que a Milei no le quedó palito sin pisar. Le reconoció el trabajo a Massa en Tigre (!) y elogió a Giuliani (que trabajó con Massa, quien se lo recordó). Después vino este momento indescriptible, en el que al libertario le cedieron la palabra y no supo qué decir.
Milei llegó a meter un par de chicanas más, pero a esa altura el debate se había hecho demasiado largo, incluso para los que estábamos interesados en verlo, y se fue yendo en fade. Massa tuvo un cierre medio obamista y Milei sumó algunos puntitos en el suyo, porque fue el final y porque se notó que era la única parte que más o menos había preparado.
Salvo los fanáticos de un lado u otro, todos vieron una victoria de Massa, aunque no necesariamente por knockout. Los principales medios argentinos, e incluso los internacionales, le dieron la ventaja al oficialista. Incluso los de LN+, que pusieron unas caras para enmarcar. Un sondeo exprés de la Consultora Pyrex Analytica registró un triunfo para Massa en el 69,04% de los casos, de Milei en el 17,98% y un empate del 12,98% (ficha técnica: 15 casos efectivos en los baños del Shopping Abasto, planta baja sobre Anchorena, a las 23.30 del domingo, margen de error +-2%).
El debate, sin dudas, fue interesante para muchos: tuvo 48,5 puntos de rating, que sumando algún streaming podemos redondear en unos 5 millones de espectadores. Pero es imposible saber cuántos de esos son círculo rojo, cuánta gente que lo sintonizó ya tiene su voto definido, cuántos son los que deciden en la última semana y si cambiarán su decisión por lo que vieron este domingo.
¿Massa ganó el debate? La respuesta corta es sí. ¿Eso lo beneficia? Ese es otro tema. Los que saben del tema (no yo, desde ya) recomiendan no ir como banca hasta la última semana y mostrar optimismo y esperanza en los 7 días anteriores a la elección. Si es así, va bien. Logró que el eje del debate fuera Milei sí o no, en lugar de evaluar su propia gestión. El efecto de ir primero puede jugarle en contra, pero la calma de los mercados (a hoy, lunes al mediodía, mañana es otro precio) debería ser a favor. Estuvo peligrosamente cerca de dar la idea de bully contra Milei, y de que alguno asocie ese vapuleo a lo que le puede hacer al votante si gana. Massa sigue teniendo un panorama complicado el 19 de noviembre porque los números netos benefician a Milei, pero ganó la última pelea grande que faltaba antes del balotaje.
¿Milei perdió el debate? Sí. ¿Pierde la elección? Eso está por verse. Sigue encarnando el voto opositor, que es mayoritario. Si fuera cualquier otro candidato debería ganar caminando, pero es un tipo inestable, peleado con sus aliados y con su propia coalición, al que su novia no lo acompañó al evento más importante del año, y que se sacó de quicio con una simple tos. Sólo lo acompañaron sus padres, y ya analizamos en otros posts que ese tema, en términos freudianos, o sea, digamos, lo perjudica.
El desafío de Milei, no obstante, era doble: no colapsar en vivo y no parecer cruel. Eso lo logró. Dar confianza, mostrar previsibilidad, crear una idea de futuro, explicar por qué quiere ser presidente: en todos esos puntos reprobó. Sólo pudo, al final, convocar al voto opositor al kirchnerismo, que acaso ya tenía asegurado. El que estaba indeciso entre ir a votar o votar en blanco difícilmente se haya convencido de elegirlo. El partido sigue abierto, pero Milei necesita un escándalo grande del oficialismo en los próximos 3 días como para cambiar tendencia y llevar una narrativa coherente para el cierre de campaña. De todas formas, esto es Argentina, y tranquilamente puede pasar.
Faltan seis días para el balotaje. La Consultora Pyrex Analytica actualiza una vez más, y tal vez sea la última, sus predicciones: las probabilidades de un triunfo de Javier Milei son de 61,11% y las de Sergio Massa son de 32,47%, con un 2,12% de probabilidades de que Milei se baje antes, un 1,08% de que gane Villarruel y un 3,22% de cuádruple desempate por el segundo descenso después de arsenal. Eso es hoy, mañana viene la nueva lista de precios.
Posdata
Esto tenía que salir más temprano pero pasaron cosas. Vamos que falta poco.
Si creen (o quieren) que gana Milei, pueden repasar los 49 consejos creativos para sobrevivir a tu primer Rodrigazo seguido de Hiperinflación. Si no, también.
El de Milei: loco, ¿pero no boludo? también quedó lindo.
No tengo recomendaciones esta semana. Vayan a votar y cuidensé.
Nos vemos