La casta está de fiesta
Javier Milei se regaló su propia foto de Olivos. O no. Venir comidos.
Martes 27 de agosto. Revelan que Javier Milei tuvo una moratoria con AFIP por emitir facturas truchas por 120 millones de pesos en 2015, cuando trabajaba para la campaña presidencial de Daniel Scioli. Miércoles 28. Reprimen a jubilados y manifestantes que protestan frente al Congreso. Jueves 29. Yuyito González asegura que “están casados” con el presidente. Sábado 31. El diputado “Bertie” Benegas Lynch asegura que “a los ricos los están masacrando” con impuestos. Después de meses de reclamos judiciales, el Ministerio de Capital Humano, promete entregar alimentos en comedores populares siempre que logren “identificar” que “realmente existen”. Domingo 1 de septiembre. En busca de sintonizar con las preocupaciones de la gente común, el kirchnerismo lanza un videojuego sobre el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner, que cumple dos años. Javier Milei asegura que "el poder adquisitivo de los jubilados voló en dólares". Luis Majul no se atreve a preguntarle hacia dónde. Lunes 2. El presidente va a la UIA y promete “achicar al Estado para agrandar el bolsillo”. Al consultor Fernando Cerimedo se le escapa que Santiago Caputo maneja los trolls oficialistas. Miércoles 4. El ministro de Economía Luis Caputo promete que “la pobreza va a bajar” y “los salarios van a recuperar”. Reprimen (otra vez) a jubilados y manifestantes en el Congreso. El senador Bartolomé Abdala confiesa al aire que tiene unos 15 asesores que trabajan en su campaña a gobernador de San Luis. Ah, no, en realidad son 20. Y también protagonizó una ficción infantil intitulada “Las aventuras del Capitán Dulce”. Ojalá algo de esto fuera joda. Jueves 5. El mismo día que se iba a discutir el DNU de los fondos de la SIDE en el Congreso, estalla una “bomba” en las oficinas de la Sociedad Rural Argentina en Palermo. No lastima a nadie, pero trolls oficialistas usan el caso para denunciar un supuesto regreso de Montoneros. Viernes 6. Todavía más en línea con los dramas del pueblo, Cristina Kirchner publica una carta de 8 páginas que critica el plan económico de Javier Milei. El presidente pica y le responde con un discurso cuyo principal argumento es hacerle una paja al aire.
Lunes 9. Liberan por falta de mérito al único detenido hasta el momento por la “bomba” en la Rural, del cual en adelante no se sabe más nada. Guiño guiño. Martes 10. Un diputado radical por Entre Ríos renuncia a su banca para asumir un puesto en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, con sueldo de casi diez mil dólares. Lo reemplaza una legisladora del PRO, que oh casualidad quiere votar a favor del veto de Milei a los jubilados. El presidente logra arriar a otros 5 legisladores radicales para sacarles una foto en Casa Rosada a cambio de apoyar el veto. Miércoles 11. Se aprueba el veto en Diputados. Reprimen (una vez más) a jubilados y manifestantes afuera del Congreso y aprovechan para gasear a una nena de 10 años. Se estrena el primer episodio de la serie de Milei. Domingo 15. El presidente va al Congreso para presentar el presupuesto 2025. En cadena nacional promete más ajuste para pagar vencimientos de deuda externa, con recortes a Educación y Salud. Pero ojo, también hay buenas noticias: suben impuestos, habrá más recesión y no se sale del cepo. El rating se desploma como un piano. El oficialismo corre a los periodistas del palco que suelen usar para que no puedan enfocarle la pelada al presidente. Lunes 16. Los libertarios advierten a los gobernadores que van a tener que ajustar otros 60 mil millones de dólares. Después se acuerdan de que alguien tiene que votar el presupuesto y bajan la cifra a 20 mil, o lo que tengan encima, después arreglamos. Martes 17. Para celebrar el veto a una ley que le hubiera dado unos 13 mil pesos más a cada jubilado, Javier Milei invita a un asado en Olivos a los 87 diputados (aunque fueron menos) que votaron en su favor. Viajan en combi desde el Congreso, pero no sean malpensados: cada legislador paga los 20 mil pesos del cubierto. O sea, digamos, con la tuya, pero de su bolsillo, que también es tuyo. Un diputado del PRO demuestra la independencia del partido llevando una ensalada de papa y huevo. Un gesto de austeridad: lleva muy poca mayonesa.
El último mes confirmó más que nunca en la política argentina la distancia que separa a la bien llamada “casta” de la gente. Esa división tuvo su momento cúlmine con el encuentro de Milei con los diputados de este martes. No fue sólo el asado, desde ya, a nadie puede ofender un asado. El problema fue el festejo para celebrar el veto a una ley que le daba apenas 13.000 pesos mensuales a cada jubilado, una cifra que representa dos tercios de lo que salía el cubierto. El asado coincidió también con el veto a la ley de financiamiento universitario, otra medida que (como la movilidad jubilatoria) tiene más apoyo en las encuestas que el propio Gobierno. Se festejó en el cuarto mes consecutivo de inflación estancada en torno al 4% mensual, con tarifazos que le comen los tobillos a todas las clases sociales. Fue la misma semana en la que volvieron a aumentar los pasajes de trenes en AMBA, mientras la gente salta los molinetes si puede para esquivar el pago. O camina por las vías, porque ya sin red SUBE no cierra la cuenta entre el precio del transporte y el salario, deprimido en los últimos seis años pero ahora directamente en el subsuelo. Que los diputados vayan en combi desde el Congreso como si estuvieran en un viaje de egresados tampoco ayuda.
O sea, digamos, el problema no es que vayan a un asado. Uno intuye, sospecha, imagina, que cuando no los vemos los legisladores no comen arroz blanco con manteca marca Okey comprados con el 20% de los miércoles en Día%. Que tampoco necesitan ayuda para suplir el sueldo (por decoro se llama “dieta”) de cuatro palos y pico, más viáticos, desarraigo y lo que cada asesor quiera donar desinteresadamente a la causa, me explico, no es que tienen que agarrar un laburito extra, o tres, ni vender turrones en el subte. El contrato social ya casi no existe, está agarrado de un pelo con frizz, pero los argentinos todavía aceptamos que haya democracia delegativa. Es decir, soportamos pagarles bastante a unos tipos para que hagan por nosotros lo que seguramente haríamos peor. Solo pedimos a cambio que arreglen la macro (en cuyo caso podemos perdonar cualquier chanchullo) o en su defecto que no nos tomen de boludos. Y festejar con un asado un veto a una ley que le daba 10 dólares más a cada jubilado es un poco tomarnos de boludos. O un buen Síndrome de Hybris, diría el doctor Nelson Castro con su diagnóstico telescópico. Hicieron una de más, bah.
¿Fue este asado la foto de Olivos de Javier Milei? ¿Es este el punto de no retorno del presidente en la opinión pública? ¿Ya es inevitable su declive a sólo 9 meses de iniciado su mandato? No queda claro. No todavía. O sea, digamos, es más complejo. Y no vamos a saberlo hasta que sea evidente en retrospectiva. Algunas encuestas afirman que el líder de La Libertad Avanza sostiene su popularidad a pesar de todo. Estudios más recientes muestran que Milei rompió la inercia que mantenía estable su imagen pública. Ese 50-50 entre los que lo bancan y los que lo odian se quebró en el último mes y ya es mayor el rechazo, al menos según estudios de Trespuntozero y Zuban Córdoba. Y eso que se hicieron antes del famoso asado.
Nada de esto quiere decir que Milei esté terminado, ni mucho menos. Así como no le entró la bala de las facturas truchas porque en definitiva él cree que los impuestos son un robo, es posible que no pague un costo mayor por mostrar que la casta tiene precio. El asado es un error táctico no-forzado, sí, pero transmite el mensaje inconsciente de que todo lo que el presidente deba negociar con los demás es porque los demás son corruptos. Milei intenta vender la idea de que él no tiene precio y hace lo que sea para eliminar el déficit y la inflación, mientras que cualquiera que esté enfrente se puede comprar por un choripán. De paso los humilla y les baja el precio de cara a un año electoral en el que tendrá que cerrar filas con varios de ellos. Lo insinuó en su discurso ante el Congreso: “Cuantos más votos tiene un proyecto en el Congreso, peor es para la sociedad”.
El abrazo a la casta y los planetas alineados
Todo indica que la sociedad ya no mira de la misma forma a Javier Milei, por el motivo que sea. Eso fue lo que impulsó a nuestro amigo Santiago Caputo a montar el escenario de la presentación del Presupuesto 2025. La idea era recuperar un poco del vigor que el presidente mostró en diciembre, cuando asumió de espaldas al Congreso, o en marzo, cuando fue a la apertura de sesiones a decirles que eran unas ratas. Pero lo que ayer nos unía, hoy no se para. Los eventos anteriores rozaron los 50 puntos de rating, y el del domingo se desplomó a una décima parte de eso, por más que se empeñen en carroñar lo que queda de los medios públicos para instalar una cifra ficticia. A esta iniciativa brillante le siguió la idea del propio Milei de hacer el asado; tan bien recibida estuvo que tuvieron que salir a aclarar en todos los medios que no fue un “festejo” sino una “reunión”. O sea, digamos, no es lo que parece.
Todos los movimientos de La Libertad Avanza de las últimas semanas apuntan a reconciliarse con la casta. Es que la clase política le mostró el abismo de la ingobernabilidad y el juicio político con el veto al DNU de la SIDE y el voto a la movilidad jubilatoria. Ningún intento de destitución va a avanzar, no por ahora al menos, porque Milei está haciendo el trabajo sucio de ajuste que el resto se negó a encarar en los últimos 20 años. Pero el Gobierno quiere cubrirse. A los radicales que dieron vuelta el voto les ofrecen competir a su lado en las legislativas del año próximo. Para el PRO, solo milanesas y promesas; total, piensan, ya le robaron a los votantes, y todo indica que con los dirigentes la cosa va a ser más fácil. Hay acercamientos de Guillermo Francos, que esta semana quedó empoderado por los fallidos de Santi Caputo, con los gobernadores peronistas. También se mueve el armado bonaerense para que las boletas libertarias no vayan repletas de peronistas como el año pasado. ¿Se repetirá la subasta de lugares en las listas? Hay que ser malpensados.
Así el Gobierno busca blindarse, al menos hasta las elecciones legislativas del año que viene. Ahí esperan tener al menos un tercio de las dos cámaras para bloquear la posibilidad de juicio político y gobernar a decretazo limpio. Para eso cuentan con la invalorable ayuda de una oposición que levanta una baldosa y abre una interna. Y con la Corte Suprema que convalida el saqueo por inercia. ¿Qué importa si Lijo y García-Mansilla no llegan? Si así estamos bárbaro. El Presupuesto 2025 tampoco es un problema. Si la franela con los gobernadores no ayuda a conseguir los votos, prorrogarán el presupuesto anterior y a otra cosa. Total, los números que presentaron están dibujados para garantizar la discrecionalidad. Todo pelota, siga siga.
Lo único que puede complicar el escenario de Javier Milei, único y principal protagonista hoy de la política argentina, es la economía. A esta altura son irrelevantes las inconsistencias macro del programa: con cepo asegurado hasta el año próximo, y capaz hasta 2026, todos los problemas se pueden patear para adelante. Existe la posibilidad de que los planetas se acomoden (entre la cosecha, el acuerdo con el FMI, Trump si gana, el RIGI y el blanqueo) y salgamos del otro lado con una economía “mejor”. Más desigual, con menos desempleo y más pobreza, pero “mejor”, o creciendo al menos. El problema es atravesar ese desierto, y ahí se ve la grieta entre dos clases de argentinos. Los que tienen ingresos en dólares (o atados a paritarias competitivas) van a disfrutar de la vieja fiesta del tipo de cambio atrasado. Para el resto solo hay tarifazos, represión y batalla cultural. Si no les gusta, coman pito.
Entre la política y la gente ya hay un abismo. Y cuando uno mira al abismo, el abismo le devuelve la mirada. Este abismo además te toca el culo y te roba la billetera. Por las dudas, no se asomen.
Excelente nius, después lo leo